Gabriel Rojas Vera, director y guionista de Karen llora en un bus (En cartelera)

Pantalla Colombia No.: 511
mayo 13 - 20 / 2011

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Gabriel Rojas Vera nació en Bogotá, el 15 de octubre de 1977. Se graduó del colegio Emmanuel d’Alzon en 1995 y cursó la carrera de Cine y Televisión en la Universidad Nacional de Colombia, donde profundizó en dramaturgia y escritura de guión y se graduó en 2005. Hoy estrenó su primer largometraje, Karen llora en un bus, el cual tuvo su premier mundial en la sección Forum del Festival Internacional de Cine de Berlín 2011 y que, en palabras del festival, “hace énfasis en los jóvenes cineastas y trabajos que empujan los límites del medio y la percepción de sí mismo… refleja el deseo por una radical e imparcial exploración del área gris que existe entre los géneros ficción y documental”.

En 2007, trabajó como guionista en el Centro Superior de Producción Cinematográfica (CSPC) en Guadalajara, México, donde además participó en el Foro Cinematográfico “Filmar lo inefable”. Ha participado como director de actores en cortometrajes como Todas las gallinas eran sospechosas (En postproducción) y Minuto 200 (2011), y codirigió junto a Frank Benítez el documental Falsos Positivos en Extradición (2010). Actualmente se encuentra desarrollando dos proyectos para largometraje, un cortometraje y varios videoclips desde su empresa Cíclope Films.

En el año 2005, escribió el proyecto de Karen llora en un bus, que fue seleccionado por la Fundación TyPA para participar del XII Taller de análisis de proyectos cinematográ­ficos en Colón, Argentina. “Karen nace en principio por la ausencia de un automóvil en mi vida, lo que me ha obligado a recurrir permanentemente al transporte público masivo y a aguantarme los trayectos que por cortos o largos que sean, se hacen infi­nitos gracias al tráfi­co bogotano. Para distraerme, procuro disfrutar del viaje tratando de adivinar la vida de los demás pasajeros según sus facciones, vestimenta, gestos, movimientos y expresiones. Como pasatiempo a cada uno le invento una historia, un conflicto, una familia, una situación socioeconómica y hasta una inclinación política”.

En 2006, recibió el estímulo del FDC en la modalidad de Desarrollo de Guión y un año más adelante, participó en el Curso de Escritura de Guión organizado por la Unión Latina y PROIMAGENES Colombia, en el marco del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias –FICCI-. “Un día cualquiera, me llamó la atención una joven que estaba sentada al otro lado del pasillo, asomada a la ventana con una extraña mirada perdida, desde ese eterno travelling que puede suministrar un bus. Sin duda su mirada no se fijaba en el paisaje citadino, sino que se perdía en un perfecto ensimismamiento que olvidaba y casi suprimía a los demás pasajeros como suele olvidar y suprimir una actriz de cine ese imponente cíclope que es la cámara. La joven no pudo contener sus sentimientos y empezó a llorar sutilmente en medio del público que pudorosamente la miraba de reojo, como si de alguna manera generara un respeto mágico entre los demás. Yo no la veía de reojo, la veía descaradamente y por momentos estuve tentado a acercarme y preguntarle lo que la motivaba a llorar, pero mi timidez no me lo permitió y entonces tuve una vez más que inventarme esos antecedentes frente a la fría pantalla del computador”.

Con Karen llora en un bus también obtuvo el estímulo del FDC para Producción de Largometrajes, en 2007. “Estaba seguro que nuestra anónima joven lloraba por un rompimiento sentimental. En ese momento estaba desarrollando una pequeña sinopsis para un cortometraje sobre un ama de casa, dependiente económicamente de su esposo, que decidía separarse e iniciar una nueva vida. Al terminar la primera versión del guión advertí que prácticamente estaba creando la segunda parte de Casa de Muñecas de Ibsen, lo que me llevó a una segunda pregunta argumentativa: ¿Qué pasó con Nora después de que cerró la puerta de su casa y abandonó a su esposo? Entonces, bajo este nuevo cuestionamiento desarrollé la segunda versión, que se convirtió en la premisa de las demás re-escrituras que vinieron con el tiempo. Sin embargo, sentía que al personaje le faltaba carácter; imaginé una combinación entre Nora Helmer y Ana Karenina juntas. De Nora, la ama de casa que se rebela y se separa para ser una mujer autónoma; y de Ana, la valentía de buscar su felicidad pasando por encima de los prejuicios de una sociedad moralista e hipócrita que subestima a la mujer”.