UNA ARTESANIA QUE AGONIZA

UNA ARTESANIA QUE AGONIZA
  • Director:

    Olga Lucía Gaviria.

    Olga Lucía Gaviria.
  • Género / Subgénero:

    Documental / Todas

  • Duración:

    9´. minutos

  • Año:

    1980

Sinopsis

en Tierra dentro montañosa región del Departamento del Cauca¸ cerca de 20.000 indígenas del grupo Paés diariamente se enfrentan a la dura tarea de subsistencia.
Descendientes de agricultores y guerreros¸ hoy la tierra sigue siendo la fuente de su sustento; y la lucha contra el dominio de los blancos¸ persistente aún¸ ha tenido que ir aceptando imposiciones y cambios que van en detrimento de su autenticidad.
La labor artesanal es uno de los campos en donde más se aprecia esa deculturización. La industria del tejido¸ antes suficiente para satisfacer las necesidades del grupo¸ ya casi no existe.
Las mujeres indígenas no malgastan el tiempo. Mientras caminan a la parcela o al mercado portando el hijo sobre sus espaldas¸ van hilando. Y con la pauta del paso infatigable¸ el copo de algodón se estiliza en un hilo delgado cuando giran el huso y el volante.
El telar¸ construido con troncos que el propio indígena corta en sus bosques¸ se instala cerca de la vivienda. Los hilos¸ alineados para formar la urdimbre¸ se entrelazan al paso de la lanzadera¸ manejada por manos laboriosas¸ herederas de una habilidad de siglos.
Se aprieta la trama para dar consistencia al tejido¸ se levanta la urdimbre y nuevamente la lanzadera cruza: una vez y otra vez¸ hasta quedar terminada la ruana¸ abrigadora y confortable¸ compañera en las mañanas heladas¸ enemiga del viento¸ vestimenta y cobija.
Pero en los días que corren la materia prima escasea: los minifundios apenas producen el alimento. El algodón y la lana deben comprarse y el indígena sacrifica parte de sus productos alimenticios para obtenerlos. De esta manera ya no se justifican los largos días gastados ante el telar; es preferible la compra de las ruanas que ofrece la producción en serie de los blancos. La mayoría de las mujeres ya no teje: sólo unas pocas mantienen¸ ya en su ocaso¸ la tradición textil.
Sin embargo¸ en el tejido de mochilas se conserva todavía la labor artesanal prehistórica. Las mochilas domésticas¸ para llevar los frutos¸ los tubérculos y los granos¸ se fabrican con fibras extraídas de la planta de maguey. El despulpe de la hoja proporciona los hilos: ya lavado y seco¸ el fique se tuerce para formar los cordeles; entrelazados adecuadamente los cordeles forman las mochilas. La mochila compacta de textura granulada y pareja¸ servirá para guardar el maíz¸ el café y las frutas pequeñas. En las mochilas de tejidos ralos irán la yuca¸ la arracacha¸ la ahuyama y también las gallinas¸ y aun los perros.
De algodón y de lana se fabrican pequeñas mochilas¸ donde se llevan las hojas tostadas de la coca¸ para engañar al hambre y al cansancio en las largas horas de labor o de camino. Teñidos con colorantes vegetales¸ los hilos formaban diseños geométricos policromos¸ de armoniosa simetría. Los colores en tiempos pasados tenían un especial significado¸ relacionados con las diversas clases que componían el grupo indígena. En estas mochilas la tejedora pone todo su empeño y demuestra toda su destreza y su buen gusto.
Compañera de las mochilas para las hojas de coca es esta otra¸ pequeñita¸ donde se lleva el poporo¸ calabacita que guarda el mambe o cal que debe mesclarse con las hojas al masticarla.
El chumbe¸ larga faja que sirve para sostener el niño en las espaldas de la madre¸ es otro producto artesanal que perdura. El telar para los chumbes es especial¸ movible y práctico; lo forma una sencilla horqueta. En ella se elabora¸ con diseños variados en forma y colorido¸ el angosto y largo cinto que unirá a la madre con su pequeño durante el periodo de lactancia. Cómodamente¸ el niño descansa o duerme sobre el hombro materno¸ y cuando necesita el alimento¸ un suave giro del chumbe lo coloca en brazos de su progenitora.
La elaboración de los sombreros es otra artesanía casi olvidada. N.N. es uno de los pocos sombrereros entre los Paés. Con orgullo demuestra su habilidad y con pena se lamenta de la extinción de su oficio. La fibra vegetal se obtiene del medio ambiente. El tejedor dispone los largueros y comienza a elaborar la copa; las fibras se entrelazan encausadas por los dedos maestros: la forma pasa del cerebro a la mano y de la mano al vegetal. Cambia el ritmo y se expande la formación del ala; el remate es minucioso: el sombrero está listo. Hermoso y funcional¸ podrá lucirse en los mercados con orgullo.
Pero los mercados están llenos de sombreros de plástico. La invasión de la sociedad de consumo coloca al sombrero indígena¸ fruto de la coordinación naturaleza-hombre¸ en un lugar de exotismo.
Ya nadie teje sombreros¸ ya no se encuentra fibra¸ ya las tierras pasaron a otros dueños¸ ya están durmiendo el ocioso sueño de los latifundios.
La alfarería también agoniza. Las urnas funerarias guardan los huesos de los antepasados¸ decoradas exquisitamente con figuras simbólicas de animales mitológicos. Las ollas de tres patas¸ ideales para la cocción de alimentos son ahora piezas de museo. El aluminio¸ el esmalte¸ la loza¸ desplazaron la cerámica indígena. Los utensilios domésticos son ahora foráneos¸ no se obtienen de las arcillas propias¸ cuestan dinero.
La alfarería como técnica perdura¸ pero ha cambiado su función.
Un joven de San Andrés de Pisimbalá ha tomado en sus manos la conservación de la tradición artesanal y elabora¸ con métodos elementales y habilidad espontánea¸ piezas para el turismo. Modela en pequeño la iglesia colonial; repite a escala la construcción hispana; da forma al mestizaje. Ya no es la urna¸ ni la olla¸ ni la imagen de la deidad agrícola. Alineadas las iglesias y las réplicas de las casas indo españolas¸ esperan al turista curioso quien las llevará a su ciudad como souvenir.
La talla de madera tiene aún algunos cultivadores. En las casas indígenas el tronco¸ transformado por unos pocos cortes de hacha¸ presta su servicio cotidiano¸ convertido en un sencillo banco. Se fabrican también en madera los tambores y las flautas. El cuerpo del tambor lo compone un tronco ahuecado por medio del fuego¸ con un cuero tensionado sobre el orificio¸ con cordeles de fique. El golpe del palillo despierta el sonido de la caja de resonancia y hace brotar el ritmo¸ acompasado y reiterativo. La flauta¸ de carrizo agujereado¸ al impulso del soplo va desgranando la melodía. La banda toca para los festejos religiosos la música indígena brota melancólica y forma parte del ritual de la Semana Santa¸ de las fiestas patronales o de las procesiones navideñas. La artesanía musical conserva todavía técnicas y materiales auténticos. Rinde homenaje a los dioses¸ ahora con otros nombres¸ en el proceso del sincretismo religioso.
Los rescoldos de esta artesanía ancestral¸ todavía están iluminando una tradición en proceso de desaparición.
En Tierradentro¸ como en todas las zonas indígenas de Colombia¸ la deculturización o pérdida de los propios valores¸ es tan acelerada como traumática. Sin embargo¸ un despertar de la autenticidad toma fuerza en muchos grupos aborígenes. En Tierradentro nació Quintín Lame¸ el líder¸ símbolo hoy de las reivindicaciones indígenas. Su ejemplo anima a los Paés¸ a los Arhuaco¸ a los Guambiano.
La artesanía agonizante es apenas un aspecto de las culturas amenazadas. Sólo el respeto a las sociedades indígenas¸ la aceptación plena del pluralismo cultural en nuestro país¸ puede hacer revivir la artesanía¸ puede rescatar a los pueblos deculturados.
Clasificación: 1-A.

Características

  • Nacionalidad: Colombia
  • Metraje: Cortometrajes
  • Etapa: Estreno Nacional
  • Formato Proyección: 35 mm
  • Color: color

Equipo técnico

Alvaro Chávez.

Guion

Centauro Films de Colombia.

Producción

Mario González.

Director(a) de Fotografía

Edgar Oviedo.

Locución

Manuel Navia.

Montaje

Exhibición Theatrical Colombia