Perfiles

Aquí encontrará los perfiles de directores, productores, realizadores audiovisuales, actores, personal técnico, etc. que por su trayectoria y reconocimiento tienen un lugar destacado en el cine nacional.

Director, Guion, Producción

Dunav Kuzmanich

Dunav Kuzmanich fue un misterio. Todo un acertijo que seducía a quien se acercaba. Se encargó el mismo de ir borrando su pasado, para vivir el presente a tope y sin remilgos. Nadie tan discreto y lejano a los aspavientos de la vanidad y los homenajes. Lejos del halago y ajeno a hablar de él y su vida, sólo lo estrictamente necesario. Llegan voces de Chile que hablan de un Dunav payador en la televisión, comentan de un Dunav ministro de educación de Allende, mencionan a otro mochilero cruzando en barco el estrecho de Magallanes, dicen de un Dunav que corría de niño por los viñedos de Undurraga, aseguran de su amistad de gente tan disímil como Raúl Ruiz o Andy García, que se casó tres veces, testifican que “adoptó” a varios hijos, certifican que vivió en un penthouse en Central Park, en un palacete en Milán y en una cueva en Medellín: la Dunicueva, donde se dedicó a enseñar con la generosidad que solo se tiene cuando se está por encima del bien, del mal y del mall.

 
Cuando llegó de Chile en los setentas, luego del golpe de estado a Salvador Allende, creo, argumentó y dirigió -junto a su amigo Pepe Sánchez-, la divertida e inolvidable serie Don Chinche. Y luego, se lanzó con algo aun más alucinante, creó y dirigió Farzán, esa farsa de Tarzán, con Hernando “el Culebro” Casanova en calzoncillos de tigre y un par de chicas con hueso en la cabeza a la usanza de los picapiedra.
 
Dunav también fue catedrático sobre guión, producción y dirección en múltiples universidades del país y en los se dedicó últimos años a los cientos de estudiantes que se acercaron a la Dunicueva por concejo, por bibliografía, por asesoría, por compinchería o por curiosidad.
 
Como guionista, tenía más de 20 guiones entre rodados y no rodados, de éstos se conocen principalmente la premiada Cóndores no entierran todos los días (1983), San Antoñito (1984) y La nave de los sueños (1995). Y como director, Dunav, rodó en Colombia cinco largos, que junto a su terquedad, a productoras y productores de dudosa reputación y la ancestral desidia gubernamental han hecho que solo se hayan visto en festivales o en circuitos de culto, pasadas de mano en mano en copias romas y eso, que solo algunas de ellas. Su primera película fue la premiada Canaguaro, Mención especial en III Festival del nuevo cine latinoamericano del Habana (1981), luego siguieron: La Agonía del difunto (1981), Ajuste de cuentas (1983), el Día de las Mercedes (1985) y Mariposas S.A. (1987).
 
Dunav, este hincha de la Universidad Católica y del Nacional, decía que hay dos tipos de directores, los que hacen películas y los que hablan de las películas. Cada cual elige, de cual de los dos quiere ser. Y él eligió hacer, por sobre todas las cosas, escribió y dirigió y enseñó como poseso hasta sus últimos días.
 
El sábado 9 de agosto de 2008, en la finca Papayos de Santa Fé de Antioquia, con el Cauca a sus pies y el olor del campo que tanto le gustaba, se fue Dunav con la misma discreción y elegancia con la que vivió. Nadie más consecuente con su forma de pensar y de sentir la vida. Nadie más enamorado de esta Colombia machetera. Nadie tan generoso con el otro, tan respetuoso del otro. Nadie tan fundamental en Apocalípsur. Así que con el verso de Francisco Quevedo que tanto le gustaba lo despido y un último Chapeau: maestro, usted no le debe nada a nadie.
 

Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.


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