Eduardo “La Rata” Carvajal, foto fija de la película colombiana La sangre y la lluvia (Estreno 30 de octubre)

Pantalla Colombia No.: 428
octubre 09 - 16 / 2009

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El caleño, nacido “en la primera mitad del siglo XX”, Eduardo “la rata” Carvajal es conocido por ser, quizá, el único fotógrafo que ha registrado con su lente los rodajes de varias de las películas más importantes de la historia del cine colombiano. Por “accidente” desde la inconclusa Angelita y Miguel Ángel, en 1971, empezó a registrar situaciones de diferentes películas, pasando por La mansión de Aracucaíma, Carne de tu carne y Agarrando pueblo de Carlos mayolo, hasta la más reciente de ellas La sangre y la lluvia de Jorge Navas.
 
Dentro de los rodajes que me marcaron o fueron los más importantes, está Angelita y Miguel Ángel, no se si es por ser el primer trabajo en una película… Fui a cargar el trípode y ahí me di cuenta que podía hacer fotos sobre el trabajo y nació esa pasión por la foto-fija ya que yo era fotógrafo”, dijo Eduardo a PANTALLA COLOMBIA. “El segundo trabajo importante en mi vida ya como fotofija fue Agarrando pueblo, ya que era documental y un tema súper especial e importante en el momento por el que pasaba el cine documental colombiano. Además de hacer camaractor, es la ‘peli’ que más me gusta en todos los sentidos”.
 
Además de los rodajes, Eduardo Carvajal ha fotografiado a los personajes que giran entorno a las películas en especial al denominado “Grupo de Cali”. A él se le deben las últimas fotografías del escritor Andrés Caicedo poco antes de que se quitara la vida, las cuales fueron tomadas en el Teatro San Fernando donde funcionaba el Cineclub de Cali, donde él aparece sonriendo, posando y enseñando una cerveza Pocker o con la mano abierta sobre su bragueta. También ha realizado numerosas exposiciones en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, entre las que se destacan las realizadas en el XXII Salón de Arte Fotográfico (1996), en el Marche du Cinema del Festival de Cannes (1998) y en el 41 Salón Nacional de Artistas en 2008, por mencionar algunas.
 
Las películas que han sido inmortalizadas con su lente son Angelita y Miguel Ángel (1971) de Carlos Mayolo y Andrés Caicedo; la creación colectiva Viene el hombre (1973); Cali de película (1973) y Agarrando pueblo (1978) de Carlos Mayolo y Luis Ospina; Jackpot (1976) de Matias Weiss y Renate Sami; La otra cara de la moneda la cual él mismo dirigió; Campesinos (1976) de Marta Rodríguez y Jorge Silva; Cuentas claras, chocolate espeso (1981) de Carlos Mayolo y Fernando Vélez; Pura sangre (1982), Andrés Caicedo: unos pocos amigos (1986), Soplo de vida (1997) y La desazón suprema (2002) de Luis Ospina; Intercambio (1984) de Sandro Romero; En busca de María (1985) de Luis Ospina y Jorge Nieto; Carne de tu carne (1983), Aquel 19 (1985), La mansión de Araucaíma (1986) de Carlos Mayolo; La madremonte (1986) de Carlos Mayolo y Raoul Herd; A la salida nos vemos (1986) de Carlos Palau; Valeria (1986) de Oscar Campo; Ella, el chulo y el atarván (1986) de Fernando Vélez; María Cano (1990) de Camila Loboguerrero, El ausente (1993) de William González; La calle es un circo (1999) de Eliza Álvarez; La vendedora de rosas (1998) y Sumas y restas (2004) de Víctor Gaviria, Instrucciones para matar la luna (1999) de Juan Pablo Félix; Rock a la carrera (1999) de María Amaral; La virgen de los sicarios (2000) de Barbet Schroeder, Regreso a la nada (2000) de Javier Gutiérrez; Alguien mató algo (1999) y La sangre y la lluvia (2009) de Jorge Navas.
 
En La vendedora de rosas Eduardo Carvajal olvidó las escenas propias de la foto-fija y se concentró en esa otra película paralela de los actores que existía siempre antes y después de las escenas… sus fotos son expresiones, gestos, actividades de los actores, más allá de la película, son su vida misma, llena de belleza y dramatismo. Cuando las miraba en aquellas noches de rodaje, me daba envidia de la intensidad de las miradas y del movimiento que contienen, un movimiento a punto de precipitarse en la acción”, escribió el director Víctor Gaviria en 1998.
 
Ojala se pudiera hacer una continuidad del trabajo de foto-fija y fuera casi obligatorio como creo se hace en otros países este trabajo, aquí los directores y los productores no le dan importancia y terminan haciéndolo los amigos (turistas de rodaje) y no hay una continuidad. Ojala se pudieran hacer otras cosas, la foto-fija es apasionante porque se tienen libertades, un comportamiento casi delincuencial en el rodaje, se ve todo, se oye todo, es voyeurismo al ciento por ciento”, dice Eduardo sobre su oficio.
 
Una compilación de sus fotografías será presentada durante los meses de octubre y noviembre en el Museo de Arte Religioso de la Secretaria de Cultura y Turismo de Cali en el marco del primer Festival Internacional de Cine de Cali.